No es fácil para nadie comenzar desde cero en un país desconocido, una ciudad distinta y con un lenguaje que no es el tuyo. Esto es lo que viví yo en persona, y lo que ahora están viviendo muchos jóvenes españoles.
Me fui la primera vez de mi Málaga natal, con mucha ilusión, a terminar mi último año de universidad en otro país, Austria, para mejorar mi idioma, conocer otras culturas y crecer personalmente mediante estos retos. También influyó el querer vivir fuera de casa de mis padres. Esto fué hace casi diez años, en 2005.
Después de un año de dificultades y desesperanzas con el lenguaje alemán, alegrias por ver nevar por primera vez y saludar a cada español que te encontrabas con un «¿tú eres español, no?, después de buenas y no tan buenas experiencias me volví a mi Málaga con muchas esperanzas.
Esperanzas de futuro, de encontrar un trabajo, de formar una familia, vamos, tener una vida normal. Evidentemente no se puede tener una vida estable de la noche a la mañana y menos aún en tan solo un año. Pero un trabajo necesito…¿qué puedo hacer?…voy a buscar trabajo entonces fuera de España, por lo menos para un tiempo mientras que en España se pone la cosa mejor.
Como Ingeniero en Eléctronica encontré trabajo en menos de tres meses en Austria y desde finales del 2007 vivo y trabajo en alli. La mayoría de mis esperanzas se han hecho realidad, familia, trabajo, vida estable, pero nuevas esperanzas e ilusiones de futuro aparecen cuando no vives en tu país natal. La ilusión de ver de nuevo a tu familia, el encontrarte con antiguos compañeros de colegio o de universidad por la calle. Enseñarle a tus hijos un dia cualquiera cual fué tu escondite favorito, o ir a merendar chocolate con churros a calle nueva. Pequeños detalles que aprecias realmente cuando no los tienes.
Aunque no me arrepiento de mi decisión de emigrar, mi corazón está entre dos aguas, Guadalhorce y Danubio.
Gracias por leerme!!
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